1. Es falso que al cocer las setas con un objeto de plata, lo ennegrecen si son venenosas. La Amanita phalloides, culpable de la mayor parte de las intoxicaciones mortales, no ennegrece la plata y, por el contrario, la yema de huevo sí. El efecto se produce por una reacción química de la plata con compuestos de azufre y no por la presencia de veneno.

 

2. Es falso que el ajo o la cebolla se oscurecen si se guisan con setas venenosas y es falso que la sal y el vinagre destruyen su veneno. Las amanitas mortales no oscurecen el ajo, ni tampoco la cebolla, ni su veneno se neutraliza con sal o vinagre.

 

3. Es falso que las setas que crecen en el mismo lugar tengan las mismas cualidades. Es muy peligroso este error. Las esporas de otras setas venenosas, incluso parecidas a las habituales, pueden germinar en la zona.

 

4. Es falso que las setas comestibles puedan volverse venenosas si las tocan ciertos animales. Y también que sean comestibles si están mordidas por caracoles, por ardillas, o por… ovejas. Su sensibilidad hacia los venenos es diferente a la nuestra. Las babosas atacan a las terribles amanitas, pero su primitivo metabolismo soporta dosis de toxinas que no soporta el humano. No sirve hacer tragar las setas sospechosas a perros o gatos para comprobar sus efectos. Los primeros síntomas de intoxicación pueden tardar tanto en aparecer (a veces días) que podría pensarse que las setas eran comestibles.

 

5. Es falso que sean venenosas las setas que cambian de color al partirlas, o las de un color determinado. Hay setas buenas y malas de cualquier color, lo cambien o no, por dentro o por fuera, y muchas de ellas lo modifican con la edad, con la lluvia, o con el sol sin que esto sea determinante de toxicidad.

 

6. Es falso que las setas con láminas que se prolonguen por el pié, o láminas de color rosa, sean comestibles, o que sean tóxicas las que tienen anillo y volva, o las de colores espectaculares. Hay setas de todas las formas y colores, o bellísimas, que son venenosas, y las hay comestibles.

 

7. Es falso que todas aquellas setas con olor o sabor agradable sean buenas. Y es falso que huelan mal las venenosas. El olor y el sabor, bueno o malo, no son señal de existencia de veneno.

 

8. Es falso que sean inofensivas las setas que crecen en la madera (tocones, troncos o ramas de árboles) y es falso todo lo contrario: que sean tóxicas. Hay setas comestibles y venenosas en todos los medios: bosques, prados, madera, estiércol…

 

9. Es falso que las setas jóvenes sean siempre comestibles; son tan peligrosas como las adultas, o más. Es falso que las setas blancas sean buenas, o malas las azules. Es falso que las setas venenosas corten la leche. Es falso que el veneno esté sólo en la cutícula. Es falso…

Son falsas todas estas recetas y fórmulas mágicas.

 

Sólo es cierto que la única forma válida para averiguar si una seta es, o no, comestible, consiste en su perfecta identificación, y en la de aquellas otras especies con las que se pudiera confundir, especialmente si son venenosas o mortales.